Al corriente: abril 19, 2015
¿Por qué importa la comunidad mundial? Profundizar nuestro compromiso común de ser una familia mundial
Como Congreso Mundial Menonita, compartimos el compromiso de ser una hermandad (koinonia) mundial de fe y vida. Juntos, anhelamos ser una hermandad que trascienda las fronteras de nacionalidad, raza, clase, género e idioma. Pero debido a nuestra diversidad, cada iglesia miembro del CMM aporta una singular comprensión de la importancia de la hermandad mundial al participar e invertir en el CMM.
El número de abril 2015 de Courier/Correo/Courrier procura discernir la variedad de razones que motivan a las comunidades anabautistas de todo el mundo a reunirse para constituir el CMM. A continuación, escritores y escritoras reflexionan en sendos artículos sobre la siguiente pregunta: ¿Por qué mi hermandad local o regional necesita una hermandad mundial?
Jesús de carne y hueso
Una noche tormentosa, se escuchó una vocecita desde otra habitación.“¡Mamita, tengo miedo!” Mamá respondió comprensivamente, “Amorcito, no tengas miedo, estoy al otro lado del pasillo”. Al ratito, con el ruido de truenos a la distancia, la vocecita dijo nuevamente, “Todavía tengo miedo!” Mamá respondió, “No debes tener miedo. Cierra los ojos y ora. Recuerda que Jesús siempre te acompaña”. Tras una pausa un poco más larga, volvió la vocecita junto con un niño parado al lado de la cama: “Mamita, ¿me puedo meter en la cama contigo y papá?” Cuando la mamá estaba por perder la paciencia, el niño la miró a los ojos y le dijo, “Mamita, ya sé que Jesús siempre me acompaña, pero en este momento necesito al Jesús de carne y hueso”.
Cada vez que escucho alguna versión de esta pequeña historia, sonrío por la manera graciosa en la que expresa una verdad tan simple. Hay momentos cruciales en la vida en que necesitamos contar con la presencia de otra persona, que sirva como la presencia física de Jesús: alguien que sea “Jesús de carne y hueso” como consuelo, fortaleza u otra necesidad que pudiéramos tener en ese momento. Me imagino que muchas personas se podrían identificar con el deseo de este niño.
De manera similar, existen otras verdades espirituales que necesitan de “carne y hueso”, alguna materialización concreta, a fin de que se transformen en algo real. Para las congregaciones de los Hermanos en Cristo (BIC, por sus siglas en inglés) de Canadá, el Congreso Mundial Menonita brinda la materialización de la verdad fundamental de que pertenecemos a una familia eclesial que se extiende por todo el mundo. Sabemos con certeza que quienes siguen a Jesús por doquier se transforman en un solo cuerpo por medio de la fe en él; sin embargo, podemos vivir esta gran verdad de una manera práctica dado que el CMM brinda “carne y hueso”. En tanto el CMM encarna la realidad de nuestra hermandad mundial por medio de Cristo, nuestras congregaciones BIC de Canadá se fortalecen de modo notable.
Primero, se fortalece nuestro testimonio de Cristo. Canadá es uno de los países más multiculturales del mundo. Si visitaran nuestras ciudades, caminaran por las calles, concurrieran a los centros comerciales o escuelas, pronto observarían una gran diversidad de grupos de personas, idiomas, credos y culturas. Con la llegada anual de cientos de miles de nuevos inmigrantes de cada región del mundo, esta diversidad no hace más que crecer. Conforme nos acerquemos amablemente a nuestros/as vecinos/as y compañeros/as de trabajo con el mensaje de Jesús, nuestras congregaciones BIC reflejarían cada vez más dicha diversidad. La verdad que el evangelio supera todas las divisiones étnicas y culturales, se hace real y visible a través de las congregaciones que reflejan la realidad demográfica que las rodea.
Nuestra participación en el CMM expresa este mismo compromiso: transfomarnos en una sola familia mundial por medio de Cristo. El CMM les brinda a nuestras congregaciones un medio concreto para comprender y manifestar esta verdad. A su vez, fortalece nuestro testimonio de que la paz es posible por medio de Cristo. Quienes, con distintos trasfondos, se integren a nuestras congregaciones, podrán comprobar que el mensaje reconciliador de Jesús no constituye sólo meras palabras.
Segundo, al participar en los programas y actividades del CMM, se fortalece también el proceso de nuestro discipulado. En BIC de Canadá, estamos convencidos de que la forma esencial de llegar a asemejarnos más a Jesús es fomentando vínculos solidarios local y mundialmente. El CMM brinda la posibilidad de acercarnos a quienes de otro modo podrían parecer estar distantes. El CMM brinda la formación espiritual que se logra a través de estar en comunidad con otras personas: escuchar sus historias, conocer sus alegrías y sufrimientos, y ver la verdad desde su punto de vista. A menudo, la familia mundial está más experimentada en la verdad del Reino que quienes sólo hemos vivido en Canadá.
Una de nuestras congregaciones recuerda la visita de amistades anabautistas de África del Sur, que ayudaron a discernir aspectos de sus discordias espirituales y luego la alentó mediante el culto y la oración de intercesión. Nuestras hermanas y hermanos que han tenido que bregar mucho más con el sufrimiento, la pobreza y la persecución, tienen mucho que enseñarnos en tanto compartamos la vida juntos. Este intercambio permite un cambio de rumbo a nivel personal y congregacional, confome nos identifiquemos con las realidades que se manifiesten a través de las amistades dentro de nuestra familia mundial.
Al acercarnos a personas de todo el mundo y ser familia con ellas, cambia la manera de vivir nuestra vida, ocupar nuestro tiempo, gastar nuestro dinero, invertir nuestra energía y de aceptar el sufrimiento que llega a nuestra vida. Mientras más participemos en la hermandad mundial, tanto más natural será reconocer el cambio profundo que debe ocurrir en nuestra vida y nuestras iglesias para poder asemejarnos más a Jesús.
Es una bendición pertenecer al CMM y ser el “Jesús de carne y hueso” para las congregaciones de los Hermanos en Cristo de Canadá.
Darrell Winger se desempeñó como obispo y director ejecutivo de los Hermanos en Cristo de Canadá de 1997-2004 y 2009-2013, y secretario general de los Hermanos en Cristo de América del Norte de 2004-2006. Durante varios años ocupó también cargos en la Asociación Internacional de los Hermanos en Cristo. Actualmente, Darrell realiza sus estudios de Doctorado en Teología Política en la Facultad de Teología de Toronto.
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