Al corriente: marzo 9, 2021 | Categoría: Recurso de adoración
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Lunes, 22 de marzo de 2021
Primer día
Oraciones de lamento
(Lamentamos la muerte de más de dos millones de personas y las terribles repercusiones de la pandemia en las personas vulnerables y, en particular, en los niños)*
Oración de apertura
Señor, tú que lo ves y lo sabes todo,
tú que tienes tus ojos puestos en nosotros, tus hijos, en estos tiempos de dolor y sufrimiento.
Afirmamos y reconocemos que tú, nuestro Señor, has estado
y sigues estando con nosotros a lo largo de esta pandemia de COVID-19.
No obstante, durante este último año, hemos presenciado y vivido una intensa angustia:
la enfermedad física y mental, el hambre y la inanición,
un creciente desempleo y un aumento de las desigualdades sociales,
y los abusos contra los más vulnerables por parte de los poderosos.
Te pedimos ayuda y justicia, y nos preguntamos:
¿Hasta cuándo, Señor? ¿Nos olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de nosotros?
¿Hasta cuándo tendremos todo el día angustia en nuestro corazón?
Al implorarte una respuesta,
con fe, declaramos que nuestra confianza está en ti.
En nuestro lamento, haz que no perdamos la esperanza, incluso en la noche más oscura,
que seamos aún capaces de cantarte un nuevo cántico,
porque tú, Señor, nos has colmado de bien.
Gloria a ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura bíblica: Salmo 6
1 Oh Señor, no me reprendas en tu furor ni me castigues en tu ira. 2 Ten misericordia de mí, oh Señor, porque desfallezco. Sáname, oh Señor, porque mis huesos están abatidos. 3 También mi alma está muy turbada; y tú, oh Señor, ¿hasta cuándo? 4 Vuelve, oh Señor; libra mi alma. Sálvame por tu misericordia 5 porque en la muerte no hay memoria de ti; ¿quién te alabará en el Seol? 6 Me he agotado de tanto gemir. Toda la noche inundo mi cama y con mis lágrimas empapo mi lecho. 7 Mis ojos están debilitados por el pesar; se han envejecido a causa de todos mis adversarios. 8 Apártense de mí todos los que obran iniquidad, porque el Señor ha oído la voz de mi llanto. 9 El Señor ha escuchado mi ruego! ¡El Señor ha aceptado mi oración! 10 Todos mis enemigos se avergonzarán y se aterrarán. Retrocederán y, de repente, serán avergonzados.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era al principio, es ahora, y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Reflexión
Fatigados. Esta es la palabra que mejor describe el estado en que se encuentran muchas personas ahora que hace un año de la declaración de la pandemia de COVID-19. En la familia de la fe no hemos salido indemnes de la pandemia. Nuestra fe en Cristo no nos ha inmunizado contra la infección y el impacto del nuevo coronavirus (COVID-19). En la familia de la fe, hemos orado por la sanación y la recuperación completa de nuestras hermanas y nuestros hermanos. En todas nuestras comunidades religiosas, hemos llorado cuando hemos tenido que enterrar a nuestros muertos sin poder participar plenamente en nuestros ritos litúrgicos y culturales tradicionales. Hemos luchado por la supervivencia cuando los confinamientos han tenido consecuencias negativas en nuestras economías locales. Nuestro estado espiritual, mental y psicosocial se han visto sacudidos cuando nuestras habituales reuniones físicas semanales para celebrar el culto y la comunidad han sido restringidas por los protocolos de distanciamiento social.
La sensación de fatiga va más allá del nivel físico. Hay una fatiga espiritual, incluso en los creyentes. Una buena manera de describirla es el lamento. El autor del Salmo 6 ha plasmado los sentimientos que muchos creyentes cristianos han expresado durante este último año:
¡Nos sentimos desfallecer! ¡Estamos apenados! ¡Estamos abatidos! ¡Lloramos! ¡Estamos afligidos! ¡Estamos agotados! Nuestra capacidad de reconocer y vernos reflejados en este mar de emociones no es algo contrario a nuestra fe cristiana. Expresar que nos sentimos abandonados por Dios no significa perder la fe en la soberanía suprema de Dios. Pues incluso Jesús en la cruz exclamó a gran voz, lamentándose, “Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Marcos 15:34). Las oraciones de lamento son importantes en nuestra peregrinación de fe porque nos permiten atender nuestro dolor. El lamento hace que otros puedan acercarse a nosotros y nos quiten o alivien nuestro miedo al hacer frente a nuestras pérdidas y nuestro sufrimiento.
Además de ser bueno y necesario, lamentarse ante Dios conduce a una confianza más profunda en la fidelidad de Dios. Cuando imploramos a Dios lamentándonos, pidiendo su atención no solo a nuestro propio sufrimiento, sino también al de los demás, se nos recuerda que no debemos perder nuestra fe y que debemos confiar en el cuidado providencial de Dios. Por lo tanto, podemos afirmar: Dios ha escuchado nuestras oraciones de lamento y responderá. Empezamos con lamento. Continuamos con fe. Terminamos con esperanza.
Oraciones de intercesión
Dios de compasión, te pedimos que desciendas con nosotros al abismo de nuestro dolor y habites entre nosotros mientras nos sentimos abrumados por el torrente de emociones que hacen tambalear nuestra fe en ti.
Señor, escucha nuestra súplica y ten piedad.
Dios de gracia, recuérdanos que nuestras oraciones de lamento nunca son vanas, porque incluso cuando derramamos nuestras lágrimas ante ti, sabemos que nos miras con piedad.
Señor, escucha nuestra súplica y ten piedad.
Dios de misericordia, escucha nuestros gritos, siente nuestro dolor, entiende nuestro miedo y comparte nuestra angustia por los seres queridos que hemos perdido.
Señor, escucha nuestra súplica y ten piedad.
Dios inmortal, da fuerzas a tu pueblo y ayúdanos en nuestra lucha contra este virus invisible.
Señor, escucha nuestra súplica y ten piedad.
Dios de esperanza, haz que los destellos de esperanza sigan iluminando nuestras vidas mientras no cesen nuestras lágrimas de lamento para que no perdamos la confianza en ti.
Señor, escucha nuestra súplica y ten piedad.
Unámonos en la oración como Jesús nos enseñó: Padre nuestro. . .
Bendición
Que el Señor les bendiga y les guarde;
que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ustedes, y tenga de ustedes misericordia;
que el Señor levante hacia ustedes su rostro, y ponga en ustedes paz.
Martes, 23 de marzo de 2021
Segundo día
Oraciones para las comunidades heridas que sufren
(Recordamos a los millones de personas que sufren a causa de la inseguridad alimentaria, a los niños y jóvenes víctimas de la trata humana y a los 235 millones de personas en todo el mundo que necesitan asistencia para subsistir)*
Oración de apertura
Dios eterno, al venir ante ti en este día,
nuestras almas en espera silenciosa,
depositamos nuestra esperanza en ti, nuestra roca, nuestra salvación, nuestro refugio.
Por tu gracia, haz que no desfallezcamos.
Haz que podamos vaciar nuestros corazones en este momento de oración, confiando en tu amor incondicional.
Haz que nuestra fuente de inspiración sea Jesucristo,
que en su amor por los más pobres y necesitados mostró acogida e inclusión.
Haz que todo lo que hagamos sea como si se lo hiciéramos a Jesús,
y porque somos uno en su Espíritu,
en cuyo poder oramos.
Amén.
Lectura bíblica: Romanos 12: 9-21
9 El amor sea sin fingimiento, aborreciendo lo malo y adhiriéndose a lo bueno: 10 amándose los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndose los unos a los otros; 11 no siendo perezosos en lo que requiere diligencia; siendo ardientes en espíritu, sirviendo al Señor; 12 gozosos en la esperanza, pacientes en la tribulación, constantes en la oración; 13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
14 Bendigan a los que les persiguen; bendigan y no maldigan. 15 Gócense con los que se gozan. Lloren con los que lloran. 16 Tengan un mismo sentir los unos por los otros, no siendo altivos sino acomodándose a los humildes. No sean sabios en su propia opinión. 17 No paguen a nadie mal por mal. Procuren lo bueno delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres. 19 Amados, no se venguen ustedes mismos sino dejen lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor. 20 Más bien, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; pues haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido por el mal sino vence el mal con el bien.
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.
Reflexión
Durante las primeras semanas de la pandemia, se habló de personas ansiosas haciendo acopio de provisiones. Esto tuvo efectos adversos en otras que no podían obtener lo que necesitaban. Pero, a medida que ha ido pasando el tiempo, hemos escuchado muchas más historias de generosidad, compasión y abnegación por el bien de otros. De hecho, muchos de nosotros podríamos afirmar que Dios ha estado entre nosotros, motivándonos y fortaleciéndonos para llevar a cabo estos actos de bondad.
Estas circunstancias nos han recordado que, en los tiempos difíciles, Dios nos concede dones de renovación. Es más, Dios hace las cosas nuevas, especialmente en condiciones difíciles. Por ejemplo, vemos que cuando hubo oscuridad y vacío, el Espíritu de Dios trajo luz y plenitud al universo (Génesis 1:1-3, Salmo 33). Cuando hubo muerte y desesperanza, el mismo Espíritu de Dios trajo vida y un nuevo futuro (Ezequiel 37:1-14). Cuando hay miseria y hambre, es el Espíritu de Dios el que sustenta y renueva todas las cosas (Salmo 107:27-30).
Este Espíritu es el mismo que da poder a la iglesia desde Pentecostés. La vida, la esperanza, el coraje, la fortaleza y un nuevo futuro son posibles porque, en medio de esta pandemia, el Espíritu Santo se mueve en nosotros y a través nuestro.
Este Espíritu está renovando la humanidad, allí donde la comunión, la amistad, el abastecimiento y la colaboración se hacen realidad en este mundo. Esto contrasta con la oscuridad, la muerte, el hambre, la dominación, la explotación y la acumulación que demasiado a menudo caracterizan nuestro mundo.
¿Cómo podemos, nosotros que llevamos el nombre de Cristo y tenemos el Espíritu de Dios en nosotros, acaparar para nosotros de manera egoísta antes de ocuparnos de los demás? Más bien, atendamos ante todo a aquellos entre nosotros y en todo el mundo que sufren a causa de esta pandemia. En particular, oremos y trabajemos por aquellos que debido a la pobreza, problemas de salud, edad o por su compromiso asistencial son especialmente vulnerables al sufrimiento que, en estos tiempos, afecta en cierta medida a todas las personas.
Finalmente, vivamos hoy con la mirada puesta en el mundo renovado que el Espíritu Santo nos está trayendo, recordando que nuestro Señor y dador de vida está en nosotros, infundiendo nueva vida y esperanza al mundo. Como pueblo de Dios, seguimos orando y viviendo en aras de la renovación de la creación de Dios.
Oración de intercesión
Dios de todos, oramos por que nuestras congregaciones locales encuentren maneras de plasmar el amor de Cristo en sus comunidades que se enfrentan a la enfermedad y la muerte debido a la pandemia. Haz que en esta gran labor asistencial obremos por reducir las desigualdades políticas, económicas y raciales existentes que intensifican el sufrimiento ocasionado por la pandemia.
Señor, en tu misericordia, escucha nuestra oración.
Señor, oramos por que el Espíritu de la unidad y la paz traiga sanación y resiliencia. Haz que tu pueblo siga morando bajo la sombra de tu fuerza al buscar refugio en ti, depositando su confianza en tu liberación.
Señor, en tu misericordia, escucha nuestra oración.
Dios de amor, ayuda a las comunidades que viven atemorizadas para que saquen fuerzas al tener que hacer frente a las amenazas de la pérdida de empleos, el hambre, el dolor y la enfermedad. Dales coraje y esperanza.
Señor, en tu misericordia, escucha nuestra oración.
Dios de compasión, hoy traemos ante ti a todos aquellos de nuestra familia mundial a los que es imposible mantener una distancia física. Oramos por que les concedas tu protección misericordiosa. Haz que a lo largo de esta crisis mundial nos acerquemos más todos a ti y entre nosotros.
Señor, en tu misericordia, escucha nuestra oración.
Haz que como comunidades religiosas encontremos maneras de mostrar y dar testimonio del amor de Dios en Jesucristo a todos aquellos entre nosotros que están sufriendo. Haz que tengamos el coraje y los dones para ser el cuerpo del Resucitado en estos tiempos en que nuestro mundo está sufriendo.
Señor, en tu misericordia, escucha nuestra oración.
Unámonos en la oración como Jesús nos enseñó: Padre nuestro. . .
Bendición
Que Dios les bendiga y les guarde. Que Dios les cuide.
Que Dios les proteja. Que Dios llene sus vida de amor.
Que Dios irradie el calor de nuestros corazones y brille a través de la paz de Cristo todos los días hasta que su reino llegue. Amén.
(Tomado del Himnario Menonita, Alemania/Suiza)
Miércoles, 24 de marzo de 2021
Tercer día
Oraciones por los dirigentes
(Recordamos a los líderes mundiales, y en particular a quienes dirigen los países con economías avanzadas cuyas decisiones tienen repercusiones en los países de bajos ingresos)*
Oración de apertura
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dios todopoderoso y fiel,
venimos ante ti en obediencia a tu palabra, que nos insta a orar por todas las personas y por aquellos que ocupan puestos de liderazgo.
Infunde tu divina sabiduría a los dirigentes, para que en el ejercicio de su autoridad siempre intenten servir con humildad y actuar con justicia.
Amplía la visión de todos los dirigentes para que vean más allá de los límites provincianos.
Haz que tu amor y compasión envuelvan sus corazones,
y ello les permita atender con diligencia los intereses de los demás.
Haz que no se cansen de hacer el bien al servir a todos con alegría y determinación.
Oramos por los dirigentes que desempeñan una función en cualquier nivel:
iglesias, gobiernos, organizaciones cívicas, finanzas, salud, educación.
Oramos por que tu Espíritu Santo les conceda sabiduría y coraje al dirigirnos en estos tiempos. En nombre de Jesús, oramos. Amén.
Lectura bíblica: Lucas 7: 1-10
1 Una vez concluidas todas sus palabras al pueblo que lo escuchaba, Jesús entró en Capernaúm. 2 Y el siervo de cierto centurión, a quien este tenía en mucha estima, estaba enfermo y a punto de morir. 3 Cuando oyó hablar de Jesús, le envió ancianos de los judíos para rogarle que fuera y sanara a su siervo. 4 Ellos fueron a Jesús y le rogaban con insistencia, diciéndole: —Él es digno de que le concedas esto 5 porque ama a nuestra nación y él mismo nos edificó la sinagoga. 6 Jesús fue con ellos. Y cuando ya no estaban muy lejos de su casa, el centurión le envió unos amigos para decirle: —Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo. 7 Por eso no me tuve por digno de ir a ti. Más bien, di la palabra y mi criado será sanado. 8 Porque yo también soy hombre puesto bajo autoridad y tengo soldados bajo mi mando. Y digo a este: “Ve”, y él va; digo al otro: “Ven”, y él viene; y digo a mi siervo: “Haz esto”, y él lo hace. 9 Cuando Jesús oyó esto, se maravilló de él y, dándose vuelta, dijo a la gente que lo seguía: —¡Les digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe! 10 Cuando volvieron a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo.
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.
Reflexión
El liderazgo es importante, sobre todo en tiempos de crisis. El último año ha puesto de manifiesto diversos estilos de liderazgo que van desde los de pequeñas comunidades y aldeas hasta los de dirigentes políticos con un perfil mundial. Hemos presenciado algunas respuestas que nos han dejado atónitos y sin palabras. Al mismo tiempo, sin que nadie nos lo pidiera, aplaudimos espontáneamente el trabajo de otros. Independientemente de nuestra aprobación o desaprobación, la respuesta y las medidas consiguientes de cada líder repercutieron de una manera u otra en la vida de los demás. Si bien las repercusiones visibles hicieron que algunos líderes fueran vistos como héroes, también hicieron que otros fueran percibidos por la opinión pública como villanos.
En la lectura de hoy, se nos presenta a un hombre que no solo estaba enfermo y a punto de morir, sino que se encontraba en la desafortunada y lamentable posición de siervo. No le deseo a nadie ser esclavo de otro ser humano. No obstante, en esta historia, al reflexionar sobre el liderazgo, quiero dirigir nuestra atención al centurión que puso de manifiesto algunos rasgos muy dignos de ser tenidos en cuenta. Este dirigente valoraba a las personas y afirmaba su humanidad con independencia de su ‘estatus’. Fue esta cualidad la que le llevó a enviar unos mensajeros a Jesús para rogarle que sanara a alguien que estaba bajo su autoridad. Los mensajeros también elogiaron sus virtudes al intentar convencer a Jesús de por qué merecía que accediera a su petición. Este líder no se centraba en sí mismo o en su propio bienestar. Más bien, su atención y energía estaban destinadas a lograr la sanación de una persona a la que otros ni siquiera hubieran considerado digna de ello.
Además de su profundo sentido de compasión y cuidado, el centurión hizo gala de un inusual equilibrio entre profunda humildad y fe. No era de esperar encontrar estas cualidades en un dirigente cuya vida no se sustentaba en las prácticas religiosas del judaísmo. Y es precisamente la sorprendente descripción de los rasgos de este líder lo que lleva a Jesús a elogiarlo. En las acciones y las palabras de esta persona, vemos un ejemplo del tipo de liderazgo que resulta determinante para ayudar a las comunidades, las ciudades, los países y, de hecho, a nuestro mundo a atravesar con seguridad la pandemia. Oramos por que en estos tiempos de compasión Dios nos de líderes solidarios, humildes y llenos de fe.
Oraciones de intercesión
Señor, oramos por la salud y el bienestar de nuestros líderes, que ponen en riesgo su salud al servir a la comunidad en general.
Señor, en tu misericordia, escucha nuestra oración.
Señor, oramos por que prediquen con el ejemplo, guíen a la sociedad con información exacta y fiable, e inspiren a las comunidades religiosas para que sirvan a nuestra humanidad común con amor incondicional.
Señor, en tu misericordia, escucha nuestra oración.
Señor, oramos por que los líderes de las diversas comunidades religiosas, así como los dirigentes de los gobiernos, la sociedad civil y la comunidad científica, cooperen con humildad y respeto mutuo, traspasando las barreras y fronteras para superar esta pandemia.
Señor, en tu misericordia, escucha nuestra oración.
Señor, oramos por los dirigentes de las empresas farmacéuticas, de los Estados y de las organizaciones internacionales para que se garantice el acceso a las vacunas contra la COVID-19 a las personas más vulnerables de todos los lugares, independientemente de su poder adquisitivo.
Señor, en tu misericordia, escucha nuestra oración.
Señor, oramos por que nos concedas a cada uno de nosotros la gracia y el coraje de asumir la responsabilidad y el liderazgo que nos corresponden en nuestros respectivos contextos, de actuar con profunda compasión y de cuidar de todas las personas y la creación en nuestra esfera de influencia.
Señor, en tu misericordia, escucha nuestra oración.
Unámonos en la oración como Jesús nos enseñó: Padre nuestro. . .
Bendición
Que el Señor les bendiga y les guarde;
que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ustedes y tenga de ustedes misericordia;
que el Señor levante hacia ustedes su rostro, y ponga en ustedes paz.
Jueves, 25 de marzo de 2021
Cuarto día
Oraciones de sanación
(Recordamos a los agentes sanitarios y humanitarios que trabajan en primera línea en todo el mundo, y oramos por la sanación de los cuerpos y las mentes y de toda la creación)*
Oración de apertura
Dios de gracia,
hoy hacemos resonar ante ti estas palabras de alabanza al declarar:
bendice, alma mía, al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios.
Recordamos con agradecimiento las muchas veces en que, de muchas maneras,
has venido en nuestra ayuda.
Te damos gracias por haber experimentado tu sanación
en nuestros momentos de enfermedad y debilidad.
Te damos gracias por las manos que han prodigado tu toque sanador en nuestros cuerpos,
por los labios que han pronunciado palabras reconfortantes trayendo calma a nuestras mentes preocupadas,
por los pies que nos han transportado cuando estábamos demasiado débiles para soportar nuestro propio peso,
por las comunidades que nos han apoyado, renovando nuestra fe en ti y en el prójimo.
A lo largo de las diversas etapas de la vida, hemos sabido que eres el Dios que sana.
Ayúdanos a creer una vez más que en estos tiempos
darás sanación a tu pueblo.
Oramos a través de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura bíblica: Lucas 17: 11-19
11 Aconteció que, yendo a Jerusalén, pasaba por Samaria y Galilea.12 Cuando entró en una aldea, salieron a su encuentro diez hombres leprosos los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz diciendo: —¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14 Cuando él los vio, les dijo: —Vayan, muéstrense a los sacerdotes. Aconteció que, mientras iban, fueron limpiados.15 Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió glorificando a Dios en alta voz. 16 Y se postró sobre su rostro a los pies de Jesús dándole gracias. Y este era samaritano. 17 Y respondiendo Jesús dijo: —¿No eran diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios, sino este extranjero? 19 Y le dijo: —Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.
Reflexión
No sería del todo erróneo afirmar que nuestro deseo de experimentar la sanación ocupa siempre el primer lugar en nuestra mente cuando estamos enfermos. Dependiendo de la naturaleza de nuestra enfermedad, puede llegar a ser como un fuego que todo lo consume si no vamos con cuidado. En esos momentos, la sanación asciende en la jerarquía de nuestras necesidades humanas, y haríamos cualquier cosa por ser sanados. En la lectura de hoy, se nos presenta a diez hombres poseídos por este deseo. No conocemos sus edades ni su familia de origen ni su condición social anterior: ahora se les identifica simplemente como leprosos. Como tales, habían sido empujados a los márgenes de la sociedad de su época. Considerados parias que debían mantenerse socialmente distanciados del resto de la comunidad, habían creado la suya.
En esta lectura, se narra un caso más en el que el poder sanador de Dios se manifiesta por medio de Jesús. No obstante, a diferencia de otros ejemplos en los que quienes buscaban sanación la pedían directamente, esta comunidad de leprosos marginados se acercó a Jesús suplicando misericordia. Básicamente, buscaban compasión, un alivio a la opresión y el peso con que cargaban debido a su condición física. Sus palabras a Jesús apuntan más allá del deseo de mejorar de sus dolencias físicas. Eran también un ruego para que se les reconociera plenamente por lo que eran: seres humanos creados por Dios que reflejaban esa imagen divina. Al pronunciar estas palabras, pedían que se produjera un cambio en ellos e intercedían en favor de un cambio a su alrededor. La misericordia, si les era concedida, también abarcaría a la comunidad de la que habían sido marginados.
Las instrucciones que les da Jesús, cuya obediencia garantizaría su sanación, refleja esta dualidad. Al pedirles que se presentaran ante los sacerdotes, Jesús estaba haciendo algo más que seguir los requisitos de la ley mosaica; estaba abriendo la puerta a llevar la sanación al seno de la comunidad en la que las relaciones se habían roto a causa de la lepra. De camino hacia los sacerdotes, el acto de misericordia, al ser concedida, se produjo en forma de sanación física. Al mismo tiempo, la llegada de los otros nueve ante los sacerdotes y el hecho de presentarse como habiendo dejado de estar desfigurados por la lepra pueden interpretarse como una manifestación de la misericordia de Dios que lleva sanación a la totalidad de la comunidad. Quienes estaban en los márgenes, por medio de la misericordia divina, vuelven a encontrar su lugar, y una comunidad que había alejado a ciertas personas, les ofrece ahora hospitalidad al afirmar su humanidad.
Durante estos tiempos de COVID-19, hagamos que nuestras oraciones de sanación comiencen con una súplica de misericordia. La misericordia, al ser concedida, da lugar a la sanación y la transformación de los individuos y las comunidades. No obstante, la plenitud de la misericordia y la sanación se convierte en integridad y bienestar cuando no solo nos acordamos de suplicar misericordia, sino que también expresamos nuestra alabanza y gratitud a Dios. En estos tiempos, hagamos que nuestra fe nos lleve a acercarnos a Jesús, suplicando misericordia, a la par que esperamos la sanación de cuerpos, mentes y almas.
Oraciones de intercesión
Oramos por todo el personal sanitario, enfermeras, doctores y demás profesionales de la salud, trabajadores sanitarios hospitalarios y comunitarios, proveedores de cuidados en residencias geriátricas y otros. También oramos por la familias que atienden a los enfermos, en el hogar y en la comunidad.
Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.
Oramos por todos los trabajadores encargados del saneamiento y por aquellos que trabajan en la comunidad, aldeas y ciudades, tanto en el sector público como privado, para mantener un entorno limpio y saludable.
Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.
Oramos por todos los proveedores de servicios, como la policía, los transportistas y los conductores de los transportes públicos, los vendedores, los peluqueros y todas las personas que interactúan con el público para atenderlo y garantizar el buen funcionamiento de la sociedad.
Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.
Oramos por el personal docente y los proveedores de cuidados infantiles que garantizan la formación, la capacitación y la creación de un entorno seguro para los niños y los jóvenes adultos.
Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.
Oramos por todos los niños, jóvenes y adultos que han tenido dificultades durante este período, y se han enfrentado a problemas físicos, espirituales y mentales. Susténtalos y ayuda a nuestras comunidades a acompañarlos.
Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.
Oramos por el suministro de equipos de protección que nos ayuden a protegernos de la pandemia. Oramos por que podamos garantizar que todas las personas tengan un acceso equitativo a la protección necesaria para la sanación de nuestras comunidades.
Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.
Oramos por la sanación y la renovación de la creación a pesar de la pandemia mundial.
Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.
Unámonos en la oración como Jesús nos enseñó: Padre nuestro. . .
Bendición
Que la libertad que se nos concede por medio de Cristo
sea vivida en el poder del Espíritu Santo,
cuando afirmamos lo que Dios, el Creador, declaró al ver todo lo que había creado: es bueno. Amén.
Viernes, 26 de marzo de 2021
Quinto día
Oraciones de protección
(Con más de 312 millones de dosis de vacunas administradas hasta el 9 de marzo de 2021, oramos por una distribución justa de las vacunas, especialmente en los países de ingresos bajos, para asegurar que las personas de todo el mundo estén protegidas)*
Oración de apertura
Señor, como Padre celestial,
eres clemente y misericordioso, pródigo en amor incondicional.
Eres bueno con todos y tu compasión se extiende a todo lo que has creado.
Únenos como una sola familia.
Arrópanos en tu inconmensurable bondad y generosidad para que nosotros también
podamos reconocer el lazo que nos une y la dignidad y el valor de todo ser humano,
y no favorezcamos nunca a una persona o un grupo a expensas de otros,
sino que busquemos juntos la justicia, la igualdad, la protección y la salud para cada ser humano.
Te pedimos todo esto en nombre de tu hijo, Jesús,
que en el pesebre y en la cruz mostró una solidaridad absoluta,
y ahora, por medio del Espíritu Santo, abre continuamente caminos de justicia. Amén.
Lectura bíblica: Isaías 58: 6-12
6 ¿No consiste, más bien, el ayuno que yo escogí, en desatar las ligaduras de impiedad, en soltar las ataduras del yugo, en dejar libres a los quebrantados y en romper todo yugo? 7 ¿No consiste en compartir tu pan con el hambriento y en llevar a tu casa a los pobres sin hogar? ¿No consiste en cubrir a tu prójimo cuando lo veas desnudo, y en no esconderte de quien es tu propia carne? 8 Entonces despuntará tu luz como el alba, y tu recuperación brotará con rapidez. Tu justicia irá delante de ti, y la gloria del Señor irá a tu retaguardia. 9 Entonces invocarás, y el Señor te escuchará. Clamarás, y él dirá: ‘¡Aquí estoy!’. “Si quitas de en medio de ti el yugo, el acusar con el dedo y el hablar vilezas; 10 si tu alma provee para el hambriento y sacias al alma humillada, tu luz irradiará en las tinieblas, y tu oscuridad será como el mediodía. 11 El Señor te guiará siempre y saciará tu alma en medio de los sequedales. Él fortalecerá tus huesos, y serás como un jardín de regadío y como un manantial de aguas cuyas aguas nunca faltan. 12 Los tuyos reconstruirán las ruinas antiguas. Levantarás los cimientos que estaban destruidos de generación en generación. Y serás llamado reparador de brechas y restaurador de sendas para habitar.
¡Palabra de Dios! ¡Palabra de vida!
¡Demos gracias a Dios!
Reflexión
Protección. Mascarillas, distanciamiento, lavado de manos, refugio. Estos comportamientos protectores han pasado a ser práctica común durante este año de COVID-19. Pero hizo falta una extraordinaria colaboración por parte de organizaciones y gobiernos para acelerar la investigación y desarrollar vacunas seguras. Las vacunas salvan millones de vidas cada año gracias a un sencillo método. Enseñan al sistema inmunitario del cuerpo a reconocer las bacterias o virus dañinos inoculando una pequeña cantidad de ese mismo agente infeccioso. Las células del cuerpo que combaten los gérmenes aprenden a reconocer la cantidad inofensiva de virus y desarrollan anticuerpos en caso de que este regrese. Las vacunas ayudan al cuerpo a recordar.
Desde los primeros métodos de inoculación desarrollados en China y la India, los métodos de vacunación se han convertido en una práctica rutinaria. No obstante, si lo pensamos bien, este procedimiento revela una extraña lógica. La causa del mal se convierte en remedio.
En Números 21:4-9, se narra una historia de cuando los israelitas estaban en el Éxodo. Sedientos y hambrientos en pleno desierto, se vieron confrontados a una nueva amenaza. Se toparon con serpientes cuyo veneno era mortal. ¿Qué hacer? El Señor dijo a Moisés que pusiera una serpiente sobre un asta, y que cuando alguien fuera mordido la mirara y sanaría. La causa del mal se convierte en remedio. Hoy una serpiente sobre un asta es un símbolo de la profesión médica. Este caduceo es un símbolo de sanación.
En el Evangelio de Juan, se establece el paralelismo entre el caduceo y Jesús siendo levantado en la cruz. La cruz es el signo de la sanación cósmica para todos los que miran a Cristo y recuerdan. Sin embargo, una mirada más detenida revela que el mensaje de sanación de Jesús también obedece a una extraña lógica.
Las leyes religiosas y sociales de la época exigían que los enfermos o “impuros” se mantuvieran a distancia. En un sistema basado en el honor y la vergüenza, el hecho de tocar lo impuro significaba la contaminación de lo puro. Pero Jesús proclamó un mensaje de misericordia, según el cual un toque de gracia sana y restaura todo lo que está herido. El Evangelio subvirtió la lógica excluyente de las leyes de pureza que llevaban a la desesperanza instaurando la ridículamente esperanzadora lógica del amor que sostiene y sana.
Desde hace un año, hemos adoptado esta extraña lógica según la cual la causa de nuestro mal, la distanciación física, es parte del remedio que puede protegernos mutuamente. Tal como recuerda el profeta Isaías, nuestra autolimitación es un ayuno sagrado que puede aliviar el peso del sufrimiento, pues sabemos que restringiéndonos protegemos a nuestro prójimo. Esta extraña lógica está incluso trayendo esperanza en forma de una vacuna que con una pequeña cantidad de la causa del mal se convierte en remedio. Ahora buscamos sabiduría para distribuir estas vacunas a los más vulnerables, garantizar un acceso justo y equitativo, y sensibilizar a la población sobre la importancia de recordar las prácticas preventivas de salud hasta que salgamos de esta situación.
Mientras buscamos nuestro camino a través de este desierto que nos conduzca al día en que podamos reunirnos de nuevo con seguridad, miremos al que está en la cruz y recordemos la lógica sagrada y sanadora de vida que surge de la abnegación.
Oraciones de intercesión
Recordando tu amor que todo lo abarca y tu llamada a la solidaridad, venimos ante ti, Señor, con nuestra oración:
Oh Señor, tú que como una madre amparas a todos los seres humanos bajo la sombra de tus alas, sin excluir a nadie, despierta en nosotros ese amor que se entrega en el cuidado y el compromiso con la seguridad y la protección de todas las personas. ¡Ven, Señor,
y ayúdanos!
Oh Señor, nuestro creador, ahora que nuestras manos están tendidas y nuestros brazos esperan la vacuna, haz que encontremos formas de distribuir equitativamente todos los recursos disponibles para que se asignen sin discriminación y sin tratos desiguales. ¡Ven, Señor,
y ayúdanos!
Oh Señor, nuestro guardián, todo ser humano ha sido hecho a tu imagen. Tú, que deseas que todos tengan vida y la tengan en abundancia, elimina las barreras de la riqueza y la ilusión de superioridad para que todos podamos disfrutar del más alto nivel posible de salud física y mental como un derecho humano fundamental. ¡Ven, Señor,
y ayúdanos!
Oh Señor, nuestro refugio, sustenta a todos los profesionales sanitarios, enfermeras, doctores, asistentes, a todos los trabajadores de los hospitales y clínicas. Foralécelos en sus conocimientos especializados para que se minimice el números de muertes y se preserven vidas, protégelos ante los grandes riesgos que asumen. ¡Ven, Señor,
y ayúdanos!
Oh Señor, nuestra esperanza, inspira a los científicos y a los trabajadores de los laboratorios en su continua búsqueda por mejorar las vacunas. Motiva a las empresas farmacéuticas para que encuentren una manera rápida y justa de distribución sin anteponer los beneficios económicos. ¡Ven, Señor,
y ayúdanos!
Señor, nuestra arca, ampara y auxilia a los más vulnerables, a aquellos que tienen mayor riesgo de enfermar, protégelos a ellos y a nosotros de las agitadas aguas de la pandemia. Pon fin rápidamente al virus y al sufrimiento que está causando. ¡Ven, Señor,
y ayúdanos!
Oh Señor, nuestra verdad, alienta a nuestros líderes religiosos para que hagan frente a los rumores sin fundamento y a las teorías de la conspiración que socavan la confianza pública en la ciencia y las autoridades sanitarias. Anímalos a hablar en favor de los marginados para que las decisiones de política pública beneficien por igual a toda la humanidad. ¡Ven, Señor,
y ayúdanos!
Oh Señor, nuestro gobernante, incita a los gobiernos de este mundo a decir la verdad, proporcionar información correcta y veraz, y formular políticas equitativas de protección y atención para que se pueda controlar y poner fin a la pandemia. ¡Ven, Señor,
y ayúdanos!
Oh Señor, nuestro sustentador, apoya y preserva a todos los trabajadores y negocios para que se puedan evitar los daños a largo plazo a la economía y se pueda crear un entorno pacífico y próspero en el que todos estemos satisfechos. ¡Ven, Señor,
y ayúdanos!
Oh Señor, envuelve en tu tierno abrazo a todas las personas que hoy fallecerán. En tus manos, oh Señor,
encomendamos todas nuestras oraciones. Amén.
Reunidos en una sola familia por el Espíritu Santo, oremos tal como nos enseñó Jesús:
Padre nuestro que estás en los cielos. . .
Bendición
Que la bondad y el favor del Señor nuestro Dios,
eterna majestad, Palabra encarnada, Espíritu eterno,
se extiendan a toda la creación.
Que el amor incondicional del Dios trino
nos envuelva a todos en la justicia y la paz.
Confirma la obra de nuestras manos para que reine tu paz. Amén.
Sábado, 27 de marzo de 2021
Sexto día
Oraciones de esperanza
(Celebramos los signos de esperanza a medida que la gente recibe ayuda, especialmente los niños y las personas vulnerables)*
Oración de apertura
Dios de esperanza,
nuestros corazones rebosan de gratitud por tu presencia permanente durante estos tiempos sumamente difíciles y turbulentos.
Haz que durante la pandemia las antorchas de la esperanza sigan resplandeciendo entre los individuos, las familias, las comunidades y las naciones.
Haz que se afirme nuestra confianza en ti, especialmente mientras seguimos cada día afrontando
los desafíos que se nos presentan.
Haz que dejemos esperar tranquilamente ante ti, oh Señor, todo lo que somos,
sabiendo que nuestra esperanza está en ti
Por medio de tu Espíritu, haz que nos afiancemos en la esperanza proclamada en tu Palabra:
eres nuestra roca y salvación, nuestra fortaleza, donde no desfalleceremos.
Oramos en nombre del que por su resurrección
nos ha dado esperanza en la vida eterna, Jesús, el Cristo. Amén.
Lecturas bíblicas:
2 Tesalonicenses 2: 13-17
13 Pero nosotros debemos dar gracias a Dios siempre por ustedes, hermanos amados del Señor, de que Dios los haya escogido desde el principio para salvación, por la santificación del Espíritu y fe en la verdad. 14 Con este fin los llamó Dios por medio de nuestro evangelio para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Así que, hermanos, estén firmes y retengan las doctrinas en que han sido enseñados, sea por palabra o por carta nuestra.
16 Y el mismo Señor nuestro Jesucristo, y nuestro Padre Dios quien nos amó y por gracia nos dio eterno consuelo y buena esperanza, 17 anime el corazón de ustedes y los confirme en toda obra y palabra buena.
Romanos 15:13
13 Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en la esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.
Reflexión
“La esperanza brota eterna en el pecho humano”, escribió el poeta Alexander Pope en 1732. Estas palabras captan el profundo instinto de que los tiempos oscuros y difíciles pasarán. Esperar es anticipar, incluso creer que vendrán días mejores. Más recientemente, ha habido otras personas que han compartido su sabiduría sobre esta cuestión. Hellen Keller dijo, por ejemplo, que “la esperanza ve lo invisible, siente lo intangible y logra lo imposible”. Zig Ziglar afirmó que “si hay esperanza en el futuro, hay poder en el presente”. Y las palabras de Nelson Mandela también son oportunas: “Que tus decisiones reflejen tus esperanzas, no tus miedos”. La esperanza es un puente que nos ayuda a atravesar las dificultades y los males del presente para proyectarnos en un futuro que no solo sea diferente, sino mejor.
Por lo tanto, cuando la esperanza se debilita o incluso se destruye, nos sentimos abatidos. ¡No es de sorprender que la esperanza sea uno de los pilares de la fe cristiana! Para los seguidores de Jesucristo la esperanza es más que ser optimista o tener una actitud positiva ante la vida. Es eso y más, pues nuestra esperanza se ancla en la resurrección de Cristo de entre los muertos. Nuestra fe, pues, nos lleva a afirmar que lo que consideramos esperanza nos permite ver más allá de las desgracias actuales, incluso más allá del aguijón de la muerte, y seguir manteniendo que somos un pueblo cristiano esperanzado.
En estos tiempos, la esperanza cristiana incluye, también, otros signos de esperanza que nos ayudan a mantener viva la esperanza durante esta pandemia. Las antorchas de la esperanza se encienden cuando vemos a científicos de todo el mundo trabajar juntos para crear vacunas. Nuestra esperanza en la humanidad se reafirma cuando vemos que los países intercambian conocimientos e información para mitigar la pandemia, y acuerdan medidas de cuarentena y aislamiento para protegerse mutuamente. A pesar de los muchos desafíos y dificultades desde el inicio de la pandemia, ha habido asimismo numerosos signos de esperanza que nos recuerdan que las cosas mejorarán.
Durante esta semana de oración, en todas las diversas expresiones de lamento, preocupación, intercesión y gratitud, ha resplandecido un rayo de esperanza. Nuestro Dios, que sufre por su pueblo, seguirá trayendo esperanza y sanación. La oración de Pablo es nuestra oración por que Dios, la fuente de la esperanza, nos llene de alegría, paz y esperanza porque confiamos en él. Una esperanza que se arraiga en Dios y no en las circunstancias externas. Una esperanza que se expresa en lo que hacemos y decimos: sirviendo a Dios, llevando esperanza donde hay pobreza y sufrimiento. Esta es nuestra participación activa en la misión de Dios, la missio Dei.
Oraciones de intercesión
Dios de esperanza, oramos por que traigas paz y esperanza a los corazones de todas las personas, especialmente en las comunidades donde se ha perdido la esperanza y la pobreza ha eliminado toda confianza en el futuro.
Dios de esperanza, mantennos esperanzados.
Dios de gracia, oramos por que todas las organizaciones y denominaciones que han participado en este llamado a la oración, y por todos los que colaboran para prestar atención sanitaria, educación e infraestructuras que permitan a las comunidades recuperarse de los efectos de la pandemia y construir un futuro mejor.
Dios de esperanza, mantennos esperanzados.
Dios de amor, te damos gracias por la esperanza que nos has dado. Haz que el Espíritu Santo siga llenándonos de esperanza para que podamos seguir confiando en ti al desempeñar nuestro ministerio y servicio en tu nombre.
Dios de esperanza, mantennos esperanzados.
Bendición
Que el Señor nos bendiga y nos guarde;
que el Señor haga resplandecer su rostro sobre nosotros, y tenga de nosotros misericordia;
que el Señor levante hacia nosotros su rostro, y ponga en nosotros paz.
Ficha tecnica |
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