Al corriente: marzo 9, 2018
“Renovación 2027” es el nombre elegido por el Congreso Mundial Menonita para celebrar la década de eventos regionales que se realizarán con el objetivo de conmemorar los cinco siglos de existencia de nuestra comunidad de fe. Quisiéramos abordar estos diez años de actos conmemorativos, centrándonos en las perspectivas mundiales, ecuménicas y transculturales de nuestra historia.
Durante dicha década de eventos regionales, recordamos el pasado a fin de mirar al futuro. Como señala el escritor colombiano Gabriel García Márquez, “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda”. Quisiéramos destacar nuestras raíces para que podamos agradecer a Dios por el legado de fe que hemos recibido. A la vez, deseamos acercarnos al Señor con espíritu de arrepentimiento y renovación, aprendiendo del pasado a fin de crecer en nuestra relación con Dios en el aquí y el ahora, como así también en los años venideros.
En el primer evento, “Transformados por la Palabra: la lectura de las Escrituras desde diversas perspectivas anabautistas”, indagamos sobre cómo la máxima de Martín Lutero de sola Scriptura y los ideales monásticos de imitar a Cristo, desempeñaron un papel en nuestra propia tradición, y cómo actualmente las Sagradas Escrituras siguen siendo relevantes en nuestra comunidad mundial de fe.
Durante ese día en Augsburgo, Alemania, tuve muy presente una instalación artística que vi en una de nuestras iglesias menonitas de Ámsterdam (véase tapa). Sobre el púlpito en el centro del santuario, hay una Biblia abierta que se mueve. Las páginas entran o salen de la Biblia, y vuelan alrededor de la sala.
Dicha instalación representa las Escrituras como un texto vivo que contiene nuestras propias historias a través de la obra del Espíritu Santo. De este modo, se lleva adelante la historia de los primeros discípulos en Hechos. Nuestro énfasis anabautista en imitar a Cristo nos invita a ver las Escrituras como un guión para nuestras propias vidas, una obra que requiere que la vivenciemos, que la llevemos a la práctica diariamente.
Aun así, a lo largo de la historia anabautista, la Biblia no siempre se ha considerado desde esta perspectiva.
La mayoría de las veces, nos hemos valido del texto sagrado como una herramienta para medir la ortodoxia doctrinaria de los demás, causando así división y fragmentación dentro del cuerpo de Cristo. Ello ha sucedido con demasiada frecuencia en nuestras iglesias, al descubrir que no coinciden nuestras perspectivas sobre las Escrituras.
Muchas veces dejamos de lado los pasajes que nos invitan a practicar el don de la unidad en medio de la diversidad. Hemos descuidado el don de la comunión pese a, y a través de la diversidad. Lamentablemente, hemos llegado a creer que nuestras divergencias éticas o doctrinarias son motivo suficiente para dividir el cuerpo de Cristo.
Hoy día, en tanto agradecemos a Dios por nuestro énfasis en una interpretación comunitaria, centrada en Cristo y llevando a la práctica las Escrituras, debemos mantener una actitud de arrepentimiento respecto a las divisiones que existen entre nosotros, debido a un enfoque inadecuado de la lectura de las Escrituras. Procuremos la renovación que surge de un corazón contrito, capaces de reconocer nuestro pecado y cómo éste provoca la falta de unidad en la iglesia.
Ruego que se renueve nuestro entendimiento de la Biblia por medio del texto vivo que habla del ahora; que podamos ver nuestra división como un pecado que debe ser erradicado; y que nuestro anhelo de llevar a la práctica y emplear la Biblia hoy día nos una con un espíritu de interdependencia.
¡Vayámonos transformados por la Palabra!
—César García, secretario general del CMM, desde su oficina en la sede central en Bogotá, Colombia.
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