Diálogos internos

Quizá los 'menocostales' –menonitas pentecostales– sean actualmente la mejor caracterización de la mayoría de los anabautistas del Congreso Mundial Menonita. La influencia del pentecostalismo en las congregaciones menonitas de todo el mundo es una realidad abrumadora. En su estudio de las iglesias del Congreso Mundial Menonita, Conrad Kanagy, Elizabeth Miller, y John D. Roth, precisaron: “Una de las diferencias determinantes entre los miembros del CMM del Norte global y del Sur global es la experiencia de los dones carismáticos del Espíritu Santo; los europeos y los norteamericanos son mucho menos propensos a identificarse con estas experiencias… El pentecostalismo es la expresión del cristianismo de más rápido crecimiento en el mundo, y los anabautistas no están ajenos a esta realidad”. 

La influencia del pentecostalismo en nuestra vida nos ha impulsado a muchos hacia un diálogo interno entre la tradición anabautista y las nuevas tendencias pentecostales que surgen en algunas partes de mundo. En mi camino de fe, hasta ahora dicho diálogo se representa de la siguiente manera: 

¿Creo en los milagros y en los dones del Espíritu como la profecía y hablar en lenguas?  

Sí. Los he experimentado.  

Además pienso que, como expresa Encanto (una película reciente sobre Colombia), las personas en sí son milagros de Dios. Las personas son más importantes que los dones que aportan. Según Jesús, al final del Sermón del Monte, puedes hacer todo tipo de cosas sobrenaturales, pero si no haces lo que Él dice, no lo conoces (Mateo 7,21-23).  

También creo que la enfermedad y el sufrimiento son experiencias humanas cotidianas que Dios puede transformar con miras a nuestro bienestar y crecimiento. Dios no promete eliminar esas experiencias de nuestras vidas. En cambio, Dios promete acompañarnos para atravesarlas.  

¿Creo que Dios quiere que prosperemos?  

Sí, lo creo. La prosperidad económica es una de las muchas cosas en la que los seguidores de Jesús podrían progresar.  

Sin embargo, tal prosperidad económica no es el resultado de una técnica especial de oración. No está relacionada con un deseo consumista individualista, y no es una recompensa que Dios da a aquellos que brindan sus diezmos para forzar la mano de Dios.  

La prosperidad económica resulta de un estilo de vida sencillo, como consecuencia de vivir una vida que cuida la creación y es consciente de nuestra responsabilidad en la crisis ambiental.  

Como comunidad conocemos la prosperidad económica. Sucede cuando los seguidores de Cristo comparten sus posesiones y necesidades. Los anabautistas entienden que, según el libro de Hechos, compartir económicamente en la comunidad del Espíritu es consecuencia de haber sido llenos del Espíritu Santo (Hechos 2,44).  

Además de la profecía, los milagros y otras experiencias místicas, una vida generosa y la distribución de la riqueza tiene que ser fruto del Espíritu. Solo la presencia de Dios puede vencer la tendencia humana natural hacia el egocentrismo y la autosatisfacción. Solo la presencia de Dios supera el consumismo y el materialismo, creando una comunidad alternativa a la sociedad.  

¿Creo que Dios empodera a los líderes con el Espíritu Santo? Sí, lo creo.  

Cuando un líder ha sido lleno del Espíritu Santo, sirve a los demás y no busca reconocimiento, honor o puestos de poder. Un líder que sirve guiado por el Espíritu de Dios, resuelve los conflictos a la manera de Jesús y nunca toma la iniciativa de dividir el cuerpo de Cristo. Las divisiones y las luchas de poder nunca son el camino de un líder que sigue el Espíritu de Dios.  

¿Creo en la construcción de la paz y la reconciliación? Sí, lo creo.  

La vida guiada por el Espíritu es una vida de pacificación y justicia restauradora. Es posible ser un activista que promueve la justicia y la paz sin seguir a Jesús. Sin embargo, para serlo a la manera de Jesús necesitamos depender del Espíritu Santo y tener una sólida relación personal con el Príncipe de Paz, Jesucristo.  

Estas son algunas reflexiones personales sobre mi compromiso de seguir a Jesús según la tradición anabautista, y de mi experiencia en tal sentido de acuerdo al contexto del pentecostalismo moderno en el continente americano. Pero claro, estas opiniones podrían cambiar porque seguir a Cristo implica movimiento y crecimiento. Asimismo, podrían cambiar cuando sean puestas a prueba y sometidas a la comunidad de seguidores de Cristo, la iglesia. Pese a su vitalidad, las creencias individuales nunca son suficientes para testificar una vida plena con el Espíritu. Solo una vida entregada a la comunidad de creyentes da testimonio de la presencia de Dios en nuestras vidas.  

En este número de Correo, los diálogos internos abren el camino a las conversaciones interculturales entre anabautistas sobre la influencia del pentecostalismo en nuestra comunión mundial, y nuestra experiencia de vida en el Espíritu según nuestra tradición anabautista.  

¡Que el Espíritu de Dios nos guíe a continuar descubriendo en la práctica las implicancias de seguir a Jesús movidos por el poder del Espíritu! 

César García, secretario general del CMM, oriundo de Colombia, reside en Kitchener, Ontario, Canadá. 


Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2022.

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