Salmo 133

Introducción 

¿Recuerdas algún olor en particular? 

El olfato es uno de los sentidos más interesantes que tenemos. Puede traernos gratos recuerdos, como cuando vuelves a probar aquel plato que tanto te gusto en tu niñez. O puede causarte repudio como cuando hueles algo muy desagradable.  

Así es la unidad en la iglesia. Te llena de esperanza y fortaleza cuando la experimentas, o te causa desaliento y ganas de salir corriendo cuando desaparece a causa de conflictos mal manejados.  

De eso nos habla el Salmo 133. 

Contexto Literario 

El Salmo 133 hace parte de una colección de 15 salmos conocida como “Salmos Graduales”.  

El primer salmo de la colección (120) expresa el dolor de la discordia y hostilidad. El Salmo 133, al final de la colección, responde a la pregunta del Salmo 120: ¿Cómo hablar de paz cuando la sociedad donde vivimos escoge la guerra? 

Contexto Histórico 

La colección llamada Salmos Graduales era posiblemente usada por los peregrinos que, habiendo pasado por la crisis del exilio, irían a Jerusalén para celebrar uno de los festivales mayores. Son salmos muy breves que al ser cantados cimientan creencias y valores fundamentales para recordar en contextos de opresión y sufrimiento como lo fue el exilio para Israel. 

Estudio del Pasaje 

La Unidad, Una Realidad Visible 

Aunque algunas versiones no traducen la primera palabra después del título (hinneh, “mira”), ésta es muy significativa. Al invitarnos a “mirar”, el texto nos indica que la unidad del pueblo de Dios no es algo “espiritual” únicamente, ni algo que solamente disfrutaremos después de morir. La unidad del pueblo de Dios es una realidad palpable, que se puede ver y experimentar aquí y ahora.  

“Mirad cómo se aman”, decía Tertuliano en el Siglo II. 

La Unidad, Una Realidad Atrayente 

La unidad es una bendición que atrae bendiciones, es vida plena que se prolonga, es aroma que se difunde, es rocío que impregna.  

Así como un olor agradable atrae, la unidad del pueblo de Dios es algo que todo el mundo anhela experimentar y que se vuelve irresistible cuando se encuentra.  

Como cuando tienes muchísima hambre y de repente pasas por un restaurante de donde sale el olor de tu comida preferida.  

Así es la unidad, cuando la encuentras en medio de un mar de discordia y conflicto no quieres perderla. 

La Unidad, Una Realidad Recibida 

El pasaje habla de cómo el aceite y el rocío descienden. El aceite desciende hasta la franja de la vestidura del sacerdote, donde se encontraba el pectoral con las piedras preciosas que simbolizaban las tribus de Israel. El rocío que trae frescura y fecundidad desciende desde el monte Hermón cubriendo los montes de Sion.  

Así ha de ser la unidad de los Israelitas: Es dada por Dios, es recibida por el pueblo.  

La unidad verdadera no se puede construir ni es lograda por acuerdos humanos sobre doctrinas o prácticas. Es un don de Dios. 

Aplicación 

El Salmo 133 describe la realidad de la unidad, pero no nos dice cómo recibir este don en la práctica. Colosenses 3:14 afirma que la unidad se hace posible gracias al amor. 1 Juan 4:7-21 explica cómo el amor es la única evidencia de que conocemos a Dios. Divisiones en el cuerpo de Cristo son como un olor que repele a los demás.  

En cambio, la unidad de la iglesia atrae a otros al evidenciar un amor sobrenatural que une a los discípulos en armonía a pesar de sus diferencias.  

Oremos para que los siguientes 500 años de historia del movimiento Anabautista estén marcados por el amor, la reconciliación y el don de la unidad que atraiga a quienes están cansados de un mundo que se destruye en medio de divisiones, nacionalismos, polarizaciones políticas y guerras interminables. 

—César García, secretario general del Congreso Mundial Menonita, es oriundo de Colombia y reside en Kitchener, Ontario, Canadá, con su esposa Sandra Báez.

Anabaptist World Fellowship Sunday 2025

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