Al corriente: junio 16, 2015
“Caminemos con Dios” es el tema principal de nuestra próxima Asamblea mundial, a realizarse del 21 al 26 de julio de 2015. Sin embargo, ¿cómo podremos caminar juntos si no creemos exactamente lo mismo? Esta pregunta me la formuló un líder unos meses atrás cuando visité su comunidad. Comencé a responder de la siguiente manera: “En el Congreso Mundial Menonita, amamos la diversidad…” Pero él puso fin abruptamente a la conversación al insistir que no era posible caminar con quienes pensaran de modo distinto a uno.
Éste pareciera ser el mensaje que escuchamos repetidamente en todo el mundo, especialmente al tratarse de diferencias religiosas. Aun en nuestra historia anabautista tenemos un largo historial de fragmentación y divisiones que surgieron a causa de fuertes discrepancias doctrinales y éticas. ¿Es posible –incluso deseable– tener una comunidad mundial cuando existe tanta diversidad de culturas, decisiones éticas e interpretaciones teológicas?
Diría que en el CMM hemos descubierto que la diversidad no sólo es posible sino saludable. Tal diversidad se manifiesta cuando compartimos el mismo fundamento establecido, que es Jesucristo.
Cuando indago en las Escrituras, encuentro al menos tres razones por las que haría falta una comunidad mundial multicultural muy diversa:
Primero, Jesús. Hay cuatro evangelios que se refieren a Jesús. Cada uno refleja la experiencia de su autor con Jesucristo. Estos escritos teológicos no muestran a Jesús de la misma manera. Existe mucha diversidad entre ellos. ¿Por qué no tenemos sólo un evangelio? ¿Por qué hace falta cuatro puntos de vista diferentes que brinden cuatro interpretaciones sobre Jesús? Desde sus comienzos, la iglesia consideró que dicha diversidad era fundamental, que podría ayudarnos a comprender quién era Jesús. La primera iglesia no procuraba armonizar los cuatro evangelios a fin de darnos un relato singular y homogéneo sobre Jesús. Hace falta la diversidad a fin de conocer mejor a Jesús.
Segundo, la ética. El texto sobre el amor en 1 Corintios 13 se encuentra en un contexto de diversidad y profundos desacuerdos. En dicho contexto, los creyentes, por ejemplo, diferían respecto a lo que podían comer o no. Estos mismo creyentes tomaban distintas decisiones referentes a dicho problema ético, decisiones que son posibles dado que el Evangelio en sí no brinda una respuesta definitiva. En este contexto, el apóstol Pablo exhorta a amar. En base a este ejemplo, pareciera que se necesitan la diversidad e incluso los desacuerdos en el cuerpo de Cristo si quisiéramos conocer el significado de la unidad, el amor, el perdón, la paciencia y la abnegación. Es fácil amar a quienes piensan de la misma manera que uno, pero, ¿seremos capaces de amar a quienes piensen de otro modo?
Tercero, la visión. Camino a Emaús, los discípulos descubrieron la verdad sobre la resurrección de Jesús sólo cuando se sentaron a la mesa y comieron juntos –con Jesús en medio de ellos– a pesar de las diferencias. Durante la larga caminata desde Jerusalén, resistieron la tendencia a caminar alejados unos de otros debido a sus interpretaciones teológicas divergentes respecto al Mesías. No hallaron a Jesús por medio de largas discusiones teológicas. Podían ser más receptivos sólo al compartir una comida. Obtenemos una nueva visión de otros seguidores de Cristo –y de Cristo mismo– cuando podemos ver a las personas no como nuestros contrarios, sino como miembros de nuestra familia. Con la familia, es posible sentarse a la mesa y comer juntos pese a nuestras diferencias.
¿Por qué hace falta una comunidad mundial? Esta pregunta constituye uno de los temas que abordaremos en el presente número de Courier/Correo/Courrier. Hace falta una comunidad mundial y la diversidad que conlleva, a fin de conocer mejor a Jesús; profundizar nuestra experiencia de unidad, perdón, amor, paciencia y abnegación; y estar abiertos a nuevas realidades que propicien vínculos estrechos.
Que Dios nos ayude a caminar juntos y amar nuestra iglesia mundial tan diversa. Espero poder vivenciarlo de alguna manera durante Pennsylvania 2015. ¡Acompáñenos, y caminemos con Dios!
César García, secretario general del CMM, desde su oficina en la sede central en Bogotá, Colombia.
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